image Strona poczÂątkowa       image Ecma 262       image balladyna_2       image chili600       image Zenczak 2       image Hobbit       

Podstrony

[ Pobierz całość w formacie PDF ]

Una noche se escuchó un ruido ensordecedor procedente del estudio del músico. Ella
bajó apresuradamente la escalera para investigar la causa de la conmoción, y descubrió
que él había desaparecido, se había desvanecido en el aire. La habitación estaba vacía, y
sólo había montones de libros esparcidos por todas partes, con las páginas abiertas y los
lomos rotos. No le pudo encontrar en ninguna otra parte de la casa.
Acosada por los periodistas que investigaban la misteriosa desaparición, la joven
escandinava había huido dejándose llevar por un presentimiento, y el recuerdo de sus
extrañas conversaciones con el músico la había inducido a seguir el camino hacia
Rainbow Alley. Al llegar, vio que la fachada del hotel era lo único que emergía de la
oscuridad que lo rodeaba, atrayéndola como un imán.
 Pero ¿cómo llegamos allí?  preguntó el barman, que había escuchado atentamente
la historia de la joven, suspirando tristemente de vez en cuando a medida que iba
progresando la narración de la historia . Tu cantante encontró una solución. Morirse es
bastante fácil, pero ¿cómo sabremos que hemos llegado realmente al otro lado?
Podríamos cortarnos los cuellos y desaparecer en un olvido de luz blanca, y adiós para
siempre.
 Creo que yo sé la forma  dijo Hugo, sonriendo tranquilamente desde un rincón.
 Pero no estamos jugando a ese juego  protestó Jake débilmente . El nuestro es el
Juego de la Espera. No podemos cambiar las reglas en pleno juego.
 Pues claro que podemos. De todos modos, ella ha llegado, está aquí, ¿no?  le
replicó su amigo, señalando a la joven rubia con pómulos salientes , y el rock and roll
también ha venido para quedarse.
Jake se mostró de acuerdo, aunque de mala gana.
 La petite mort... La pequeña muerte  dijo Hugo con una expresión de inteligencia a
sus ahora silenciosos compañeros, que esperaban sus palabras con la respiración
contenida.
 Además  le reveló más tarde a Jake , es una forma segura de acostarse con ella.
Esa mujer me intriga. Sé que estará perfectamente metida en el saco. Sin duda alguna le
proporciona a uno algo digno de mirar, ¿no te parece?
Jake tragó saliva ante los comentarios de Hugo. Durante uno o dos segundos todo lo
que pudo hacer fue esforzarse por no pegarle un puñetazo en la mandíbula. Pero Hugo
siguió sonriendo con aquella actitud ingenua que lo desarmaba todo. Evidentemente, no
comprendía aquello que Jake sentía como prepotencia en todo el asunto.
Jake se recuperó con rapidez y le dijo a Hugo:
 Es bastante. A mí también me gustaría hacerlo, ya sabes.
 Sí, pero tú eres demasiado romántico. Te gustaría ser un sensualista lleno de
experiencia, pero en el fondo de tu corazón, allí donde importa, sabes que sólo eres un
blandengue.
 No estoy de acuerdo con eso. En lo más mínimo.
 No podrías estarlo, ¿verdad?
Cuando Jake decidió finalmente llamar a su casa, su esposa cogió el auricular, pero lo
volvió a colgar inmediatamente en cuanto reconoció su voz.
 ¡Maldición!
Él se complació tomando una bebida suave del bar. Los otros estaban en una de las
habitaciones de arriba, con dos camas dobles, enfrascados en no sé qué tipo de
experimentos sexuales. Pensó en su sueño sobre Agnetha Eklander y también en la rubia
empleada escandinava de agencia de viajes que disfrutaba allí arriba de las caricias de
Hugo, y del barman y quizá también de la rolliza y pequeña Ingrid, y se ruborizó
fuertemente cuando los excesos acumulados y sus sentidos revivieron en forma de
dedos, labios, cuerpos y extremidades iluminados por una dimensión extra de placer y
deseo. Se sentía celoso. No podía soportar el pensamiento de que otros exploraran la
intimidad de ella, guiaran sus movimientos, tocaran allí donde...
Cerró los ojos. Estaba a punto de echarse a llorar o de gritar en voz alta que aquello no
era justo, que él quería hacerla bajar a la atractiva playa y hacerle el amor, sin nadie
alrededor que pudiera burlarse de su aguda sensibilidad, de sus sentimientos.
Se incorporó.
Dudó un breve instante.
Después se abalanzó hacia el ascensor. Apretó el botón de llamada y éste se puso
rojo. Transcurrieron unos pocos minutos. Pensó que podía imaginar sus risas filtrándose
por el hueco del ascensor hasta donde él estaba. No, no podían ser ellos. Sólo se estaba
torturando a sí mismo. Y, sin embargo, el ascensor no llegaba. Se dirigió hacia la escalera
y empezó a subir los escalones de dos en dos. Un momento después se encontró arriba,
sin respiración, doliéndole todo el cuerpo por falta de buen estado físico.
Se encaminó hacia el pasillo débilmente iluminado, respirando con dificultad, tratando
de controlar la frenética angustia que le recorría el corazón. La puerta estaba abierta.
La habitación estaba vacía, tal y como medio había esperado de algún modo. Los
muebles aparecían desordenados, las sábanas de las dos camas arrugadas y
manchadas. Como un paisaje después de la batalla. Se habían ido. El loco esquema de
Hugo había tenido éxito de alguna forma. Sólo había quedado él.
En esta ocasión, Jake dejó correr las lágrimas, tanto de pena como de compasión.
El invierno fue transcurriendo.
Con la aproximación de la primavera, unos pocos turistas empezaron a hacer tímidas y
ocasionales incursiones a la playa. Una mañana Jake se dirigió a la orilla y siguió la línea
de la costa hasta que la silueta de los tejados y hoteles de Rainbow Alley disminuyó en la
distancia, detrás de él. Había una gran roca circular que parecía un objeto caído del
espacio exterior, justo en medio de la arena, al abrigo de los terrenos del interior por un [ Pobierz całość w formacie PDF ]

  • zanotowane.pl
  • doc.pisz.pl
  • pdf.pisz.pl
  • kskarol.keep.pl