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Podstrony

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 ...Tú estabas allí: apuesto, vanidoso, admirado por todas las damas continuó , y
allí estaba yo: una cosa pequeña, admirándote desde lejos. Aquella pequeña Dará era de
color gris o pastel, poco desarrollada todavía, hay que decirlo, y su corazón ardía por ti...
Murmuré una obscenidad liviana y ella se rió de nuevo.
 ¿No era así?  preguntó.
 No dije, mientras comía un poco más de carne y pan . Lo más probable es que
fuera en aquel burdel donde me disloqué la espalda. Aquella noche estaba muy
borracho...
 ¡Te acuerdas!  gritó . Era un trabajo a horas. Durante el día me dedicaba a domar
caballos.
 Me rindo  dije, y serví más vino.
Lo realmente irritante era que, en efecto, había algo malditamente familiar en ella. Pero
por su apariencia y su comportamiento, calculé que tendría diecisiete años. Esto hacía
imposible que nuestros senderos se hubieran cruzado nunca.
 ¿Benedict te enseñó esgrima?  pregunté.
 Sí.
 ¿Qué es él para ti?
 Mi amante, por supuesto  replicó . Me regala joyas y pieles y practica esgrima
conmigo.
Rió de nuevo.
Yo continué estudiando su rostro.
Sí, era posible...
 Estoy dolido  dije finalmente.
 ¿Por qué?  preguntó.
 Benedict no me dio ningún cigarro para celebrarlo.
 ¿Para celebrar...?
 Tú eres su hija, ¿no es cierto?
Se sonrojó, pero negó con la cabeza.
 No  dijo . Pero caliente.
 ¿Nieta?  pregunté.
 Bien... algo así.
 No acabo de entender.
 A él le gusta que lo llame abuelo. Aunque en realidad él era el padre de mi abuela.
 Ya veo. ¿Tiene mas parientes como tú?
 No, soy la única.
 ¿Y tu madre y tu abuela?
 Muertas, ambas.
 ¿Cómo murieron?
 Violentamente. En los dos casos ocurrió mientras él estaba en Ámbar. Creo que por
eso hace mucho que no ha vuelto a ir. No le gusta dejarme sin protección aunque sabe
que me puedo cuidar sola. Tú también sabes que lo puedo hacer, ¿no?
Asentí. Esto explicaba varias cosas, una de ellas el por qué era Protector aquí. Tenía
que cuidar de ella en algún lugar, y seguramente no querría llevarla a Ámbar. Ni siquiera
querría que el resto de nosotros conociera su existencia?. Sería muy difícil utilizar ese
punto flaco de Benedict. Y sería impensable que él quisiese hacerme partícipe por ahora
de su existencia.
Así que le dije:
 No creo que tu abuelo se imagine que estas aquí, y supongo que se pondrá furioso si
se entera.
 ¡Eres igual que él! ¡Soy una persona adulta, maldición!
 ¿Me has oído negarlo? Pero se supone que ahora deberías estar en otra parte, ¿no
es cierto?
En vez de contestarme, se llenó la boca. Lo mismo hice yo. Al cabo de varios
incómodos minutos de masticar, decidí cambiar de tema
 ¿Cómo me reconociste?  pregunté.
Tragó, tomó un sorbo de vino, y sonrió.
 Por tu dibujo, por supuesto  contestó.
 ¿Qué dibujo?
 El de la carta  dijo ; cuando yo era muy niña solíamos jugar con ellas. De ese
modo conocí a todos mis parientes. Tú y Eric sois los otros dos grandes espadachines, lo
sabía. Por eso...
 ¿Tienes un mazo de los Triunfos?  la interrumpí.
 No  dijo haciendo una mueca . No me quiere dar ninguno... y yo sé que él tiene
varios.
 ¿Sí? ¿Dónde los guarda?
Ella entrecerró los ojos, fijándolos en los míos. ¡Maldición! No había pretendido mostrar
tanta ansia...
Pero dijo:
 Suele llevar un mazo con él y no tengo idea de dónde guarda los otros. ¿Por qué?
¿No te los deja ver?
 No se lo he preguntado  le dije . ¿Entiendes el significado que tienen?
 Hubo ciertas cosas que no se me permitió hacer cuando los tuve cerca. Creo que
tienen un uso especial, pero él nunca me lo explicó. Son muy importantes, ¿no?
 Sí.
 Me lo parecía. Los trata siempre con tanto cuidado. ¿Tienes tú un mazo?
 Sí, pero en este momento lo he prestado.
 Ya veo. Y te gustaría usarlos para algo complicado y siniestro.
Me encogí de hombros.
 Me gustaría usarlos, pero para asuntos sencillos y banales.
 ¿Cómo qué?
Negué con la cabeza.
 Si Benedict aún no quiere que conozcas sus funciones, yo no voy a revelártelo. 
Ella gruñó levemente.
 Le tienes miedo  dijo.
 Siento un considerable respeto por Benedict, y por supuesto algo de afecto.
Ella rió.
 ¿Es mejor luchador que tú? ¿Mejor espadachín?
Miré a otra parte. Debía haber regresado de algún
lugar feliz y alejado, ya que toda la gente de la ciudad con la que me había encontrado,
sabía lo del brazo de Benedict. Y no era una noticia que pudiese circular lentamente. No
iba a ser yo el primero en decírselo, claro.
 Supón lo que quieras  dije . ¿Dónde has estado?
 En el pueblo  contestó , en las montañas. El abuelo me llevó allí para que me
quedara con unos amigos suyos llamados Tecys. ¿Conoces a los Tecys?
 No, no los conozco.
 He estado allí antes  dijo . Siempre que hay alguna clase de problemas aquí, él
me lleva al pueblo para que me quede con ellos. El sitio no tiene nombre. Yo simplemente
lo llamo pueblo. Son bastante extraños, tanto la gente como el pueblo. Ellos parecen...
adorarnos. Me tratan como si fuera algo sagrado, y nunca me dicen nada de lo que quiero
saber. No está muy lejos, pero las montañas son diferentes, el cielo es diferente... ¡todo!,
y cuando estoy allí parece como si no hubiera ningún camino para volver. Intenté regresar
sola, pero me perdía. Siempre tenía que venir el abuelo a buscarme, y entonces el camino
era fácil. Los Tecys siguen al pie de la letra todas sus instrucciones con respecto a mí. Le
tratan como si fuera una especie de dios.
 Lo es  dije , para ellos.
 Dijiste que no los conocías.
 No tengo que conocerlos para saberlo. Conozco a Benedict. ¿Cómo lo hiciste tú? 
le pregunté . ¿Cómo regresaste esta vez?
Acabó el vino y tendió la copa. Cuando alcé la vista después de llenarla, tenía la
cabeza apoyada en el hombro derecho, las cejas fruncidas y los ojos fijos en algo lejano.
 Realmente no lo sé  dijo, alzando la copa y bebiendo automáticamente . No estoy
muy segura de cómo lo hice...
Con su mano izquierda comenzó a jugar con el cuchillo, y finalmente lo cogió.
 Estaba furiosa, furiosa como todos los demonios por haber sido apartada una vez
más  explicó . Le dije que esta vez quería quedarme para luchar, pero me hizo
cabalgar con él y en seguida llegamos al pueblo. No sé cómo. No fue un viaje largo, y de
pronto estábamos allí. Yo conozco esta región. Nací y crecí aquí. La he recorrido palmo a
palmo, cientos de leguas en todas las direcciones. Nunca fui capaz de dar con el pueblo.
Y en cambio parecía que apenas cabalgábamos un poco, cuando súbitamente estábamos
de nuevo en la región de los Tecys. Pero desde la última vez habían pasado varios años,
y ahora que he crecido puedo ser más tozuda. Decidí volver por mí misma. [ Pobierz caÅ‚ość w formacie PDF ]

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